sábado, 12 de octubre de 2013

Olvidados morimos

Y miré tú cara, pálida y sin expresión, ininteligible.
Por un segundo pensé que le hablaba a la tierra y no a mi amor.
Quería arrancarte los ojos y forrarlos con flores.
Deseaba comerte las manos y cantar en tu nombre.

Pensaba que tus aires paseaban por mis cabellos, pero solo era tu respiración.
Quieto, callado y voraz.
Jamás dejaste de mirarme, y cuando marchaste fue hacia la luz de invierno.
Éramos tan inocentes, tan llenos de ceguera en los estómagos.

Privados de caricias punzantes nos fuimos.
Candados en las bocas, con llaves perdidas en el mar.
Ovejas que bailaban mientras nos odiábamos en armonía.
Olvidados nacimos, despegados y destinados a recordar lo que fuimos.