viernes, 11 de octubre de 2019

No sé perforar una pared

Estoy en mi cuarto con la puerta cerrada, escuchando a dos hombres en la sala que murmuran mientras hacen hoyos en las paredes. Intento distraerme con un sudoku pero no logro concentrarme, en mi cabeza retumba un sólo pensamiento: "Ojalá mi padre me hubiese enseñado a hacer hoyos en la pared".

Si lo hizo, no lo recuerdo. Pero es muy probable que por mi condición de mujer él no creyera necesario enseñarme a utilizar herramientas. A mi hermano le enseñó cómo utilizar pinzas, destornilladores, taladros, martillos y no sé qué tanta cosa. Le llevo cuatro años pero él sí sabe cómo colgar un cuadro en la pared.

Nunca he agarrado un taladro, temo quemarme con la cosa que perfora y perder la mano. Es un miedo que no sé de dónde proviene, jamás vi películas con taladros asesinos o algo parecido. Y ese no es el único miedo que tengo; después de la muerte de mi padre mi vida se tornó en un desfile de muertes improbables, caerme de las escaleras en el metro, atropellada en algún cruce de Viaducto o perder la vista por ver tanto tiempo una pantalla.

Así he vivido los 7 años más recientes de mi vida. Cada día es una muerte nueva.

Pero volvamos al inicio, las herramientas.

No sé usarlas, me dan miedo porque pienso que soy demasiado brusca para poder manejarlas. Tal vez tenga razón, pero nunca lo sabré hasta que me anime a decorar la pared de mi cuarto. Si tan solo mi padre se hubiese tomado unas horas para enseñarme. Murió y nunca pudo hacerlo. Es una lástima.

Pensé en el momento en que tenga más años de no vivir con mi padre que los que estuve con él, lamentable.