Los autores son dos alemanes (una pareja para ser más precisos) llamados Walter Schels y Beate Lakotta, que a lo largo de cuatro años se dedicaron a esperar y a tomar fotografías de personas que residían en una sanatorio, todas ella con sentencia de muerte dictada por la cruel naturaleza y con varias anécdotas qué recordar a la hora de que Lakotta los entrevistara y Schels los fotografiara respectivamente.
Esta galería de imágenes fue finalmente mostrada al mundo el 1o de abril del 2008, hace ya algunos años pero tan actual que hasta hace unos minutos, cuando la encontré casi sin querer, me fascinó tanto por sus texturas, sus enfoques y sus ángulos como por su profundidad casi espiritual y reflexiva. Después de analizar las expresiones de los protagonistas, valerosos y frágiles, al igual que sus arrugas y pecas, amenicé el momento con la lectura de ésta entrada que esclarece un poco el panorama que se suscitó en su momento.
Queda claro decir que hubo momentos clave en los que algunas lágrimas se asomaron y por poco pierdo el estribo, pero la clave no está precisamente en eso, sino en lo que pasó por mi mente en esos instantes, que por fortuna tuve el bien de escribir:
"No sabría cómo explicar la sensación al saber que todo está perdido y que la palabra "muerte" ya no sólo representa lo que siempre ha representado para ti: "NADA", sino que ahora significa final, destrucción, tristeza, desolación y soledad. Es un estadío por el que espero jamás deba de pasar de nuevo; es un momento único y deprimente."
Ésto de debe a que perdí a alguien muy cercano hace no mucho tiempo y por el cual aun voy a terapia y aun lloro por la noches.
El ver fotografías de personas que saben que van a morir y que suponen que ésa probablemente sea la última cámara que verán con sus enfermos y cansados ojos es algo que mueve-y mueve mucho-duele y desconcierta; pero a la par que saben que morirán y que dicen lo que en ese preciso momento idean a una mujer que apenas conocen es por demás admirable, es algo único que jamás debemos de perder y que nunca debemos de olvidar.
La noción de muerte por parte de éstos enfermos terminales es una pieza rica en meditación y con un trasfondo ideológico importante y marcado. Nos invita a considerar a la muerte como lo que es: la ausencia última; pero también nos convoca a atesorar a éstas personas que general y teóricamente son tratadas con el debido respeto, pero que no se les pregunta el cómo se sienten, el cómo perciben que será aquél su último paso.
Es por eso que el dedicarle unas cuantas letras a este trabajo maravilloso y por mucho controversial debe de apreciarse, pero debe de apreciarse más la muerte, aquel tintineante recordatorio de que sí, debemos vivir cómo y dónde se nos plazca, pero que también debemos valorar nuestros últimos días de estancia material, de apreciar a cada uno de ellos y a la herencia espiritual que dejamos a nuestro paso.