viernes, 21 de septiembre de 2018

Pidos

Siempre escribo sobre amor, aunque pocas veces lo he sentido. Un día alguien me preguntó si alguna vez he amado. Por supuesto. Cientos, miles de veces. Todo el tiempo.

En ocasiones amo las calles, las personas que caminan en ellas; los autos, las personas que hay dentro de ellos; mis piernas, las que caminan, pedalean y corren. Amo todo el tiempo.

Cuando lloro, amo mi rostro hinchado. Cuando hablo, amo mis tropiezos.
Cuando te veo sé que te amo también.

¿Tú amas? ¿Te amas? ¿Me amas?

Vivo el mejor idilio contigo, con ustedes y conmigo también. No hay mariposas, pero sí calambres. Mis mejillas se enrojecen pero jamás abro la boca. Cuando digo te amo hago muecas de dolor, pero es normal. El dolor es normal. Mi opio.

No recuerdo cuándo agarré tu mano por primera vez, pero sí cuando te obligué a verme el cuerpo entero.

Ya no quiero amar porque sólo me detiene las manos. Quiero vivir en una pausa que dure toda la vida.

Por dentro estoy podrida y sé por qué.

El amor apesta.

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